lunes, 3 de octubre de 2011

DANTE EN ÚBEDA

Portada principal de El Salvador de Úbeda

Entre el rico catálogo monumental de la ciudad de Úbeda destaca sobremanera la capilla fúnebre del Salvador. Este templo, mandado construir por el secretario de Carlos V, don Francisco de los Cobos, es uno de los ejemplos más brillantes del renacimiento español. Sus trazas fueron dadas en 1535 por Diego de Siloe, que en esas fechas trabajaba como maestro mayor de la Catedral de Granada y, en líneas generales, sigue la idea de la rotonda circular como referencia al Santo Sepulcro, al igual que en Granada, para marcar el enterramiento de D. Francisco y su mujer Dª. María de Mendoza.

Heráldica de D. Franciso de los Cobos sostenida por guerreros y memento mori

El Salvador en si es un conjunto de espacios de gran interés. Por una parte está el interior con su prodigiosa capilla mayor circular y el gran retablo de la Transfiguración, desaparecido durante la Guerra Civil y reconstruido en los años sesenta del siglo XX. Por otra parte, la magnífica sacristía de Vandelvira, con uno de los programas iconográficos más interesantes del país alrededor de las sibilas; y por último sus exteriores, especialmente la portada principal –aunque es posible que más adelante trate algo sobre las portadas laterales-. La portada principal es un claro discurso en pos de la salvación eterna y muestra un magnífico repertorio iconográfico en ese sentido, pero también oculta, en las llamativas formas profanas de sus esculturas, un erudito programa humanista que el profesor Santiago Sebastián describió, con su brillantez habitual, en un artículo publicado en 1977, en el Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid y cuyo enlace al PDF adjunto al final de esta entrada de “elgrutesco”.

Puerta del Perdón de la Catedral de Granada
Como ya dije más arriba no voy a entrar en repeticiones sobre la interpretación de la portada pues el artículo del profesor Sebastián es más que suficiente, sólo nos dedicaremos a seguirlo con las fotografías que enriquecen la entrada. Pero por lo menos debemos centrarnos en algunos detalles, como que en el encargo de las trazas de la portada se dice textualmente “de la lavor y forma de la que Siloe a fecho nuevamente en la yglesia mayor de Granada”; es decir, de las mismas líneas que la puerta del Perdón de la Catedral granadina. Y realmente se acusan varios puntos de contacto entre ambas obras, por ejemplo, ambas se encuentran encajadas entre los contrafuertes del edificio, ambas tienen tres cuerpos y tres calles verticales y ambas coronan el arco principal con dos virtudes que sostienen una gran cartela.
Las diferencias principales entre las dos portadas se empiezan a caracterizar en el segundo cuerpo, pero hay que tener en cuenta que en el caso granadino, este se hizo tras la muerte de Siloe y aunque sigue las trazas generales, pudo haberse separado del proyecto inicial con el arco serliano frente al relieve de la Transfiguración del templo ubetense. Pero ese es todo el parecido, porque el proyecto iconográfico de Úbeda es de gran claridad y espectaculares resultados. Vamos a fijarnos en el Olimpo que se desarrolla en el intradós del arco de entrada, o lo que es lo mismo, el espacio del tránsito del fiel que desde el exterior, por debajo de él y su enseñanza realiza su ingreso al espacio sagrado de la cabecera circular. 

Intradós del arco de ingreso a la Capilla de El Salvador de Úbeda en donde se aprecia la distribución de los dioses
En el intradós se suceden trece casetones que culminan con el dios Saturno en su clave, sobre la que se alza una ménsula con un amorcillo triunfante de estupendas cualidades atléticas. En la parte más baja, a uno y otro lado del arco y sobre la línea de impostas, hay dos casetones con tondos que albergan dos bustos de un hombre y una mujer, escoltados por unos personajes que, mirando hacia el exterior, sostienen escudos ornados con máscaras, que nos pueden recordar a los comitentes de la obra. A continuación y en sentido ascendente, Neptuno/agua, Vulcano/fuego, a la izquierda y Anteo/tierra, Eolo/aire, a la derecha. Es decir, los cuatro dioses que personifican los elementos o lo que es lo mismo, la materia que encarcela el alma y por tanto el lastre para ascender al cielo, pues estos elementos son los que componen el infierno de Dante en su Divina Comedia.


Los dos primeros casetones con las representaciones masculina y femenina
Los cuatro dioses personificadores de los cuatro elementos
 
Sobre los encasamientos anteriores, se suceden el resto de dioses del Olimpo que encarnan el Paraíso de Dante, siguiendo la doctrina de las siete esferas en torno a la Tierra, es decir, más allá de las esferas del aire y del fuego. Aquí, el primer dios en aparecer es Diana como la Luna de Dante, encargada de los humanos “relegados por no haber cumplido sus votos” Así continua la ascensión a través de Mercurio, Venus y Febo como el Sol, tal cual se refiere en el canto X de la Divina Comedia.  Las esferas quinta y sexta son Marte y Júpiter, respectivamente; con una curiosa inversión de las actividades guerreras del primero hacia los mártires que entregaron su sangre por Cristo y la Iglesia. Mientras de Júpiter se recogen sus valores de justicia. En el centro, coronando el grupo, se encuentra Saturno en actitud pensativa o contemplativa, tal y como un buen monje ha de hallarse. Más allá se encontrarían, según Dante, las esferas de las  estrellas fijas y el empíreo. Y está claro que el amorcillo triunfante sobre la ménsula saliente en la clave del arco, puede ser el representante de los ángeles que ocupan la octava y novena esfera. Fuera se quedan el décimo cielo, pleno de luz, y la visión del conocimiento completo del último cielo. Algo que sólo se puede representar mediante el juego inmaterial de la luz y, en consecuencia, es una solución de interior arquitectónico más que de exterior.

Los siete dioses superiores en su disposición en el trasdós
Estas últimas consideraciones sobre el papel de las jerarquías angélicas las trataré en una futura entrada. Ahora sólo me queda hacer una pequeña mención a los dos relieves de Hércules en dos de sus trabajos: la lucha con el centauro y el ganado de Gerión. Aquí hay dos cuestiones a tener en cuenta, una la de la equiparación del profano Hércules con el bíblico Sansón y, por otra parte, el hecho de que el único héroe capaz de vencer a Anteo fue Hércules, con lo que en este contexto nos lleva al triunfo sobre la materia y al acompañamiento de los trabajos como pruebas del alma y no demostraciones de fuerza.


Los dos relieves de Hércules

A continuación dejo el enlace para poder descargar en PDF el magnífico trabajo de Santiago Sebastián, donde todo esto y mucho más, se expone con la solvencia correspondiente.