miércoles, 23 de noviembre de 2011

MSHATTA: UN CENTAURO ENTRE JORDANIA Y BERLÍN

Fachada del Museo de Pérgamo en la Isla de los Museos de Berlín


Entre las colecciones de arte islámico del Museo Pérgamo de Berlín se encuentra una impresionante muralla de 33 mts. de largo y unos 5 de altura con dos torres poligonales que centran la puerta de entrada a la fortificación. Se trata de la parte central de la muralla que rodeaba el palacio de Mshatta en Jordania, cuya característica principal es la rica decoración ornamental que la recubre como una piel y que la aleja de la idea militar que en principio aparenta.

Vista general de la instalación de la muralla en el Museo de Pérgamo de Berlín


Mshatta fue descubierta a los ojos occidentales a comienzos del siglo XX y sería el historiador austriaco Josef Strzygowski quien informara de su existencia a Wilhelm von Bode, creador del departamento de arte islámico de los Museos Reales de Berlín. Bode, importante coleccionista de alfombras islámicas, inmediatamente comenzó los contactos para adquirir la fachada jordana y pidió el apoyo del Emperador Guillermo II, lo que devino en la entrega como regalo personal del sultán otomano Abdul Hamid II en 1903. Hay que tener en cuenta que en esas fechas la difícil política exterior otomana, tenía en la amistad del Kaiser Guillermo II uno de sus principales valedores, aportando Alemania una continua asesoría militar y financiera, así como inversiones en transportes. Además, los restos de Mshatta se consideraban de época persa y estaban cuajados de molestos relieves paganos que con toda probabilidad no agradaban al sultán Abdul Hamid II que durante su reinado siempre fomentó el culto islámico y el cumplimiento de sus preceptos frente a judío, cristianos y ortodoxos.

El caso es que en 1903 la mayor parte de la fachada del palacio jordano se encontraba depositada en la capital alemana y allí ha subsistido en el Museo Kaiser-Fiedrich, en un principio, y en el Pérgamo desde 1932, resistiendo los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, en los que pereció una de las torres.

Este es el primer panel de la muralla y en él se puede apreciar con claridad la disposición de la decoración


No obstante, la magnífica muralla de Mshatta se encuentra hoy en un magnífico estado de conservación y es una de las piezas más importantes del museo alemán. Aparte de ser uno de los mejores ejemplos de la primera época del arte islámico, como ya dije antes por culpa de la decoración esculpida en la piedra caliza, se catalogó como de época sasánida pero los sucesivos hallazgos de otras ciudades y palacios a lo largo del desierto sirio y jordano, fueron modificando la datación hacia el final de la dinastía Omeya de Damasco, en concreto de la época del Califa al-Walid II (743-744) con clarísimas inspiraciones en el mundo persa y bizantino inmediatamente anterior.

Desde luego la propia monumentalidad de la construcción ya la hace una pieza excepcional, la decoración hace trascender su importancia, y la originalidad de esta, la lleva a un campo de pieza sin igual. Por lo que pasaremos a describirla brevemente.

detalle de una de las aves talladas
La muralla conservada, como ya dije más arriba, tiene 33 metros de longitud y alrededor de 5 metros de altura y a lo largo de su superficie, una moldura vegetal zigzagueante divide la superficie del muro en triángulos, centrados por rosetones en altorrelieve y una riquísima decoración en bajorrelieve, en la que predomina un mundo vegetal esquematizado visitado por una interesante fauna, especialmente aves, aunque también existen mamíferos, e incluso, grifos y centauros y algún que otro híbrido. Esta decoración predomina fundamentalmente en la banda baja de los triángulos, aunque al parcer por restos de talla en la parte alta, es casi seguro que el programa original pretendía cubrir la totalidad del paramento, mostrando así una de las características del arte islámico, la de la decoración invasiva y expansiva que permite su seriación infinita, mientras haya superficie que la pueda acoger.

Detalle del reparto de la decoración
La segunda característica de la fachada es que la decoración más importante se desarrolla en la parte baja de los triángulos, en una ancha banda definida por el corte de la piedra en la que se insertan las escenas principales, quedando el resto de la superficie como zonas residuales entre los lados del triángulo y los rosetones. Podemos distinguir a su vez dos sectores diferentes en la decoración situada a derecha e izquierda de la puerta de acceso de la muralla que se encuentra flanqueada por dos torres, pues a la izquierda de la puerta se desarrollan diez series triangulares que albergan la decoración vegetal y zoomorfa, mientras que la derecha solamente existe decoración vegetal esquematizada. Por último, podríamos hablar de un sector partido por el hueco de la entrada que sí tiene decoración animal a izquierda y derecha de las jambas de la puerta.


Volviendo, a los programas iconográficos, vamos a hacer un pequeño recorrido por esas bandas bajas, ya que no se trata de una repetición cansina de temas, sino que dentro de un esquema similar se desarrolla una evolución y diversidad biológica que tiende a confundirse con la mitológica, lo que lleva a pensar en una lectura concreta bajo el método iconológico y que hasta la fecha no se ha realizado, al menos que yo sepa. De izquierda a derecha los temas van evolucionando, primero aparecen aves entre vides encerradas en círculos formados por una fina moldura con botones. En el segundo espacio los círculos están compuestos por tallos vegetales que surgen de una copa de tradición bizantina, dejando espacios abiertos entre los que se cuelan las aves. El tercero, está compuesto por ocho círculos entrelazados que alternan una flor y un ave en cada espacio de intersección. El cuarto exhibe en el centro un decorado jarrón del que surgen dos caulículos que componen los cuatro espacios circulares que albergan grifos, pavos reales y otros híbridos como una especie de dragón con cola de pavo real. En el quinto espacio, desaparecen los círculos y dos tallos arbustivos de primer plano acogen los perfiles enfrentados de un cebú y un león -quizás un lobo- que beben pacíficamente de una pila de agua. El sexto retoma el tema de los círculos vegetalizados que surgen de una copa que arropan a un grifo y a un centauro. El siguiente vuelve a tener en su centro una copa en la que parece que nadan dos aves y de la que surgen caulículos con flores que son lamidas por un león y una especie de jabalí. El octavo recoge la imagen de un león y una leona que abrevan de la misma copa. Tras ellos, árboles con pájaros que contemplan la escena. La novena escena es similar a la anterior, pero la leona es sustituida por un animal de cuatro patas y alas. En el siguiente unos tallos centrales albergan lo que parecen animales domésticos, tales como perros y pájaros entre vides. Sólo nos queda el triángulo que queda partido por la puerta de la muralla, en el que aparecen vegetaciones, leones, pájaros y una liebre. A partir de aquí el siguiente torreón solo muestra decoración vegetal porque, al parecer, en ese mismo espacio intramuros se encontraba la mezquita, lo que podría interpretarse como un reflejo exterior del uso religioso del interior con su consabida y tradicional prohibición de la representación animal.

Detalle del panel mitológico con el grifo y el dragón con cola de pavo real echando fuego por sus fauces. Es de notar la tradición clásica del jarrón que divide la escena.


Este es el panel más llamativo de todos en el que aparece la figura del centauro.


Este paño pertenece al perímetro de la mezquita y como se puede apreciar la decoración ha quedado limitada al repertorio vegetal

Todo esto nos lleva a ver Mshatta como un obra excepcional, primero por estar inmersa en los primeros años de formación del arte islámico y después por el despliegue faunístico de exhibe. Este despliegue habría que analizarlo iconográfica e iconológicamente bajo una atenta mirada a las bases religiosas y sociales del Islam, es decir desde su libro sagrado El Corán, la Sunna y la Sari’ah. En todos ellos la figura del animal está contemplada, desde su consumo y uso como ayuda a las labores del hombre, hasta el punto de vista metafórico o figurado. Ejemplo de ello serían las referencias coránicas a las aves como la resurrección o a la consideración de cercanía a Dios que es quién las sostiene. Una indeterminada especie animal, similar a un caballo con alas, el Buraq, fue quien transportó a Mahoma desde La Meca a Medina, y en muchas representaciones orientales se figura al animal con cabeza de persona, como si de un extraño centauro clásico pero alado, se tratara.

Detalle de un conjunto de pájaros.

Por otra parte la influencia clásica bizantina es innegable y prueba de ello serían los mosaicos de Libia, Petra, Madaba y Monte Nebo (Jordania) donde la proliferación de especies animales, especialmente aves afrontadas entre vegetación y la disposición sobre tondos o roeles que parecen ser inspiración de estas.

Vemos por tanto que el mundo de las referencias iconológicas del arte islámico está aún en ciernes y que debemos aplicarle una metodología híbrida entre la tradición clásica y su propia idiosincrasia religiosa y antropológica. Es un mundo aún por descubrir que tiene en Mshatta uno de los exponentes más brillantes.

Adjunto aquí un enlace para descargar en pdf  el artículo “Los animales en los textos sagrados del Islam”, publicado en ETF (Espacio, Tiempo y Forma)  por Aurora Ribagorda Calasanz

http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:ETFA8FBEC01-819C-4C01-E8AA-7ACC03CCCC59&dsID=Documento.pdf


No obstante, y siempre desde una perspectiva occidental, la muestra zoológica y mitológica que acogen los muros de Mshatta, tienen una característica común: la de desarrollarse en un ambiente vegetal, repleto de flores y frutas, como el Paraíso, a la que habría que añadir la convivencia en armonía entre las diferentes especies, algunas de ellas enemigas naturales. Por lo que la visión que en un principio se lee de esta integración, teniendo en cuenta que esta decoración escoltaba las jambas de la puerta de acceso a todo el recinto fortificado en mitad del desierto, vendría a ser una especie de mensaje de paz y propósitos favorables a la recepción de cualquier forastero, especialmente embajador de otras tierras.

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